Estaba cantado: los titulares de la gran mayoría de los medios hoy hablan de los actos violentos que se produjeron ayer en las marchasmineras por Madrid.
Las televisiones no han hablado de que posiblemente hubiera 30.000 personas venidas de diferentes lugares de España para apoyar la lucha de los mineros contra las medidas del Gobierno de Rajoy. No han reflejado la solidaridad con la minería por parte de otras comunidades no mineras, como Extremadura o Valencia. No han recordado las 300.000 personas que pueden verse afectadas por las imposiciones del Gobierno al sector minero. Centran la atención en los sucesos violentos y encima lo hacen mal. Lo cuentan como quieren, otra vez.
Antes de entrar a hablar de ello, no podemos dejar pasar la portada del diario ABC. “Los antisistema revientan la marcha minera”, titulan, acompañado de una foto en la que se ve un policía tirado en el suelo y otros dos a su lado en posición de alerta. Esta portada es un ejemplo claro de manipulación consciente y descarada para intentar llevar a la opinión pública a su terreno. Primera mentira: que fueran antisistema los que reventaron la marcha. Dicho así, parece que de repente salieron de la nada varias células de encapuchados y, respondiendo a intereses oscuros, comenzaron a apedrear a los agentes. Al afirmar esto en su titular, ABC simplemente miente. Aquí algunas fotos de “antisistema” que cargaron contra la policía:
Quieren destacar que personas ajenas a los mineros utilizaron la marcha para montar bronca. Pues no sé si ellos estuvieron a pie de calle cubriendo la marcha, pero la policía cortó la avenida antes de que la parte posterior de la manifestación lograra llegar al Ministerio de Industria, Energía y Turismo. Esto supuso que la columna de mineros quedara apartada del lugar del conflicto, cercado por una barrera policial, ya que encabezaban la marcha.
Aún así, varios mineros que no iban con el cortejo minero del principio sí que se encararon con la policía, y también huyeron de ella cuando tocaba correr. E igual que ellos, personas de todo tipo: jóvenes y viejos, sindicalistas y no sindicalistas, con la cara tapada y la cara al descubierto, trabajadores y estudiantes… Sólo algunos lanzaron piedras, no todos.
Pero en todos los que estaban allí se percibía un sentimiento de malestar con la policía. Insultos, quejas, reproches contra los agentes lanzados por todo tipo de ciudadanos antes descritos. Seguramente trabajadores o de familia obrera. Dándole un poco la razón a la derecha mediática, pues sí, los que estaban ayer enfrentándose a la policía eran los mismos de siempre. No estaba la gente trajeada que miraba la marcha sorprendida cuando pasaba de largo, ni tampoco encontramos a altos cargos políticos (con Toxo y Méndez haremos excepción), o a inversores en bolsa, que, al fin y al cabo, están relacionados unos con otros. Ayer hubo intentos de violencia por parte de la gente solidarizada con los mineros. Y decimos “intentos” porque no tuvieron la menor posibilidad contra un operativo que acabó apostando a unos 50 furgones de policía en la zona del Santiago Bernabéu.
Los agentes disparaban pelotas de goma apuntando al cuerpo y a la cara cuando su obligación es apuntar por debajo de la cintura; suficiente para sembrar el miedo entre la gente que huía. La policía acabó arrinconando a todos los que pudo en el aparcamiento de autobuses que había frente al campo de fútbol. A partir de ese momento la concentración comenzó a dispersarse. Pero cuando los agentes se iban, no eran encapuchados con los ojos inyectados en sangre los que les increparon. De nuevo toda la gente que hemos descrito más arriba, reprochaba y aplaudía irónicamente a los agentes su actitud.
Y aquí hay que hablar de la contextualización en el periodismo, parte fundamental para llevar a la opinión pública una información de calidad. Los medios de comunicación envuelven la información con el precepto de considerar como los primeros violentos a los manifestantes. Los siguientes que ejercen la violencia, por tanto, son la policía, con toda la legitimidad que eso supone. Y de nuevo, aunque con más legitimidad que al principio, el tercer violento vuelve a ser el manifestante, que responde a un posible abuso de autoridad de la policía. Si los creadores de opinión pública se olvidan del primer violento de verdad, el “violento cero”, la información pasa a ser manipulación mediática a favor del sistema. El primer violento siempre es el Estado, sea del tipo que sea. Una de sus características más aceptadas en todo tipo de definiciones de Estado, es que éste tiene el monopolio de la violencia. Violencia no es quemar contenedores o pegar tiros. El actual Estado español ha impuesto, por medio de la violencia, un recorte del 63% de las ayudas a la minería. Si no fuera una medida impuesta con violencia, los mineros serían los primeros que no hubieran aceptado. Pero hoy en día tienen que convertirse en los segundos violentos, después del aparato estatal, para protestar contra una medida que puede dejar poblaciones enteras sin futuro. Desde este punto de vista sí que parece desmedido que la policía corte la avenida y cargue contra los manifestantes porque éstos tiren petardos o bengalas, porque es lo que es. Incluso se podría considerar en este caso a la policía en el segundo lugar de esta escala de violencia, después del Estado, y por delante de los manifestantes.
fuente:http://www.laredaccion.org
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Salud!
Gracias por publicar nuestro artículo. Si queréis seguir manipulaciones de medios no dejeis de visitar http://www.laredaccion.org. Por favor, la próxima vez citarnos, no cuesta nada y así nos conoce más gente.
De nada REDacción!!! muy buen trabajo compas!! a seguir así, la verdad tiene que ser informada y difundida al máximo!.
Salud y cualquier cosa….