«El poder económico ha corrompido las democracias»

Este profesor universitario, conferenciante internacional y bailarín es autor de ‘La Economía del Bien Común’, en el que explica las claves de su teoría, radicalmente alternativa al tenebroso orden actual.

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El fundador de Attac, Christian Felber. / Juan Carlos Muñoz

Hasta cuatro veces nos ofrecen almorzar durante la entrevista, pero Christian Felber (Salzburgo, 1972) ha venido a hablar de su libro, La Economía del Bien Común (Deusto), y no quiere distracciones. Filólogo, politólogo, sociólogo y psicólogo (póquer de humanidades), despliega un buen castellano para describir, con cercanía de alumno listo más que de profesor resabiado, las claves de su teoría, radicalmente alternativa al tenebroso orden actual. No hay secretos bajo la alfombra, sólo toneladas de sentido común y una inusual confianza en la bondad del ser humano.

-La economía es una inmensa novela negra.

-La economía está mal programada. Los comportamientos egoístas son recompensados. Es una posibilidad que hemos escogido, pero podemos rediseñarla porque no es una ley natural que nadie sea capaz de cambiar. Cuanto más democrática sea, más estará al servicio del bien común.

-En España el 99,9% de las empresas son pymes, pero las grandes son las que mandan, y las malas conductas que usted subraya nacen ahí.

-Que el 0,1% mande es absolutamente antiliberal y antidemocrático. Un sistema vivo sólo es estable si implica retroalimentaciones negativas. Ahora el capitalismo es una retroalimentación positiva, lo que significa que cuanto más poderosa sea una persona o empresa, más fácil le será ser aún más grande y poderosa. Hay que facilitar el primer millón de euros y permitir a todos crear empresas, pero después debe ser más difícil crecer. Ésa es la retroalimentación negativa.

-El sector privado no está diseñado para beneficiar a la sociedad.

-Es una de las malconstrucciones más destacadas. Con las pymes no pasa tanto porque el interés propio puede ser coherente con el de la sociedad. Proponemos vincular obligatoriamente el éxito de una empresa al bien común. Es una alternativa al comunismo, que es unión sin libertad, y al capitalismo, que es libertad sin vínculos al bien común.

-Muchas de las compañías implicadas en la Gran Depresión II con generosísimas donantes de los partidos políticos. Así podría empezar la trama de este best-seller

-Ésta es una señal de que el sistema demócrata ha sido corrompido por el poder económico. Hay que recompensar otros valores -confianza, honestidad, empatía, ayuda mutua- y rescatar los principios constitucionales. La mayoría de los políticos de base respalda esta dirección. Los que están en contra son los de arriba. Pero hay excepciones y avances: en Austria, hasta el primer ministro ha apoyado nuestra iniciativa. Ganando mayorías desde abajo y desde los municipios también ganaremos empuje para transformar estas dictaduras disfrazadas de democracia.

-Debe caerle estupendamente a los ortodoxos.

-Hay quienes opinan que esto es antinatural, comunista o infantil. Pero recibo muchísimas invitaciones de universidades de todo el mundo para que explique la economía del bien común.

-Llama la atención que haya construido una teoría económica sin ser economista.

-Yo quería estudiar ciencias universales, pero éstas se han olvidado de lo que significa su nombre, por eso he estudiado asignaturas de distintas disciplinas, buscando siempre las que más me atraían. He intentado entender el todo de forma autodidacta. Si los economistas sólo se concentran en las matemáticas, no pueden explicar el mundo ni dar soluciones. Mi acceso a la economía es holístico.

-¿Se muere el euro?

-El euro y la UE podrían quebrar por los problemas que las élites políticas han creado alejándose de la democracia y la economía de mercado. Esto es una dictadura financiera. Hay una posibilidad de salvar la moneda única, pero no con las medidas que se están adoptando. La opción es que la propiedad privada, que es cinco veces mayor que la deuda pública en la Eurozona, sea gravada al 1%. Así podríamos reducir esa deuda un 5% en un año y un 50% en diez. Los gobiernos prefieren defender a las élites que concentran esa propiedad, pero cada día es más evidente que los problemas generados con esa defensa son peores para las propias élites que introducir un impuesto. Las consecuencias son la quiebra, la hiperinflación y, tal vez, una guerra civil. Es un menú muy feo.

-¿Qué haría usted con los too big to fail?

-Impedir que naciesen. Como ya los tenemos, los partiría y los supervisaría. En España, por ejemplo, ningún banco debería tener un balance superior a 50.000 millones. Los activos tóxicos los pondrían en un banco malo que se sanearía a través de los impuestos sobre la propiedad privada porque se trata de una responsabilidad indirecta de los ganadores de los últimos 20 ó 30 años.

-A los tramposos se les recompensa pero el parado queda a su suerte. Tremenda paradoja.

-El problema es que si no ayudas a entidades como Bankia existe un peligro de infarto para la economía española y mundial. Esa injusticia es mayor que la de ayudarles. El camino intermedio más justo consiste en financiar los rescates con un tributo a los más ricos para que no haya cargas fiscales contra la población. Luego habría que meter en la cárcel a los tramposos, pero esa tarea corresponde al Estado de Derecho. Los libros tienen la misión de aclarar que el proyecto de mercado único ha sido en realidad un proyecto de poder.

-Imagine que su movimiento triunfa.

-Entonces el éxito ya no se medirá con el balance financiero, que no aclara la contribución de una empresa a la calidad de vida de sus trabajadores o su respeto al medio ambiente o a la igualdad entre hombres y mujeres. Habrá un balance del bien común con 1.000 puntos como máximo que permitirá a las mejores compañías obtener ventajas fiscales. Las inversiones financieras, el canibalismo o la distribución del beneficio entre personas que no trabajen en la empresa serán prohibidos. Los salarios más altos serán a lo sumo veinte veces superiores a los mínimos. Necesitamos crear una constitución económica por lo menos para la Unión Europea. En España van a participar en esta iniciativa más de cien empresas. Hemos fundado una asociación madre en Austria y habrá también asociaciones nacionales con suficiente autonomía para coordinar los procesos en cada país.

fuente: diariodesevilla.es

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